KINU: El Japón más auténtico en el corazón de Sevilla

Como ellos dicen, KINU es «Un viaje a Japón desde el corazón de Sevilla». Es la primera barra omakase que abrió en Sevilla y en la que se prepara sushi al más puro estilo nipón de la mano del Maestro Hoze, el Head Chef del restaurante y considerado uno de los mejores «itamaes» de Europa, con su restaurante Hoze Sushiya en Gottemburgo y que espera cosechar en ‘Kinu Sevilla’ las mismas buenas críticas que en Suecia.

Su local se encuentra en pleno centro de Sevilla a pocos pasos de la Catedral y del Alcázar por lo que es perfecto para conocer la parte histórica de la ciudad y luego tener una reserva. Nosotros elegimos la experiencia omakase en su barra, pero también se puede disfrutar de su carta en sala. Lo primero que te llama la atención cuando entras en su local es lo perfecto y delicadamente que está iluminado. Sobre todo su barra, con una luz tenue, pero a la vez dando protagonismo al chef y, sobre todo, al principal protagonista de esta velada, el sushi. 

Primero el chef nos saludó, nos sentamos en su barra y poco a poco vimos como iba preparando los distintos cortes de pescados con los que luego iba a preparar el sushi. Disfrutar de una experiencia omakase, es una especie de diálogo entre el chef «itamae» y el comensal, es un confiar plenamente en él y dejarte llevar y, lo más importante, disfrutar de este auténtico viaje. Al principio puedes ver las diferentes piezas de atún, salmón, langostino, por ejemplo, con las que luego irá preparando cada nigiri. Después ‘aparece’ el arroz (parte muy importante, sino la que más) para que el Maestro pueda empezar a elaborar las piezas de sushi.

Es toda una experiencia el poder sentarte en una barra de este tipo por varios motivos. «Primero» porque no sabes qué vas a comer por lo que no te esperas lo que te vas a llevar a la boca. Cada bocado es sorpresa por lo que se mantiene la incertidumbre durante todo el pase. En «segundo» lugar porque la atención la captan desde el primer momento y es como una coreografía de la que no te quieres perder ni un solo segundo. En «tercero» y último, el poder disfrutar de esta experiencia y que un Maestro nipón prepare el sushi que segundos más tardes vas a comer, para nosotros, es una maravilla. 

Nuestro primer entrante fue un pequeño Bowl de arroz con huevo (solo con la yema del huevo) que estaba espectacular. Tenía toques dulces y salados a la vez, muy meloso, pero sin estar apelmazado del todo. Nos pareció una maravilla para comenzar y, sí, nos hubiéramos comido otro bowl.

Después empezamos con el sushi, y alguno de los bocados que tuvo el menú omakase que nosotros probamos fueron el de pargo salvaje marinado con sake, pez limón ahumado o de anguila ahumada.

Por supuesto, no podía faltar el atún rojo, con su ventresca, atún madurado dos semanas, de toro ahumado o el «Negitoro Hosomaki» que consiste en raspar la carne que rodea los huesos y la piel, que aderezan con cebollino y, en nuestro caso, lo colocaron sobre una lámina de alga nori. Todas las piezas de atún tenían un color y un brillo espectacular, donde los cortes más grasos tenían un infiltración perfecto.

Dos de los nigiris que más nos gustaron fueron el de vieira y de langostino listado con su fumet, este último viene un una reducción de fumet para tomar cuando comer el nigiri.

Al finalizar los pases de sushis, te pregunta si quieres repetir de alguno o probar alguna pieza más (y te comentan el precio que tiene cada una de las piezas), que en nuestro caso fue un nigiri de rodaballo, que según nos explicó era de la parte más cercana a la la aleta del rodaballo y venía tostado para darle un punto riquísimo, aunque tenemos que decir que hubiéramos repetido de todos.

Todos los bocados se pueden ir maridando con su magnífica carta de sakes y vinos de la que disponen y que si eres aficionado, pueden ir dirigiéndote para ir probando diferentes variedades. Aunque nosotros no probamos ninguno.

Para finalizar hay un prepostre, que es el Tamagoyaki con Palo cortado. El «tamago» es una especie de tortilla de huevo con forma rectangular y que en ‘Kinu’ sirven con toque de Palo cortado, haciendo un guiño a Andalucía. Y como postre, el Kinumisú, su versión particular del tiramisú pero preparado con té matcha japonés, un espectáculo. 

La experiencia fue una auténtica maravilla. Nos dejamos llevar por el maestro nipón y, sin duda, ha sido una de las experiencias que guardaremos en nuestra memoria. Esperamos volver pronto y si tenéis la oportunidad de reservar una mesa o una experiencia omakase, seguro que os encantará. Además, tienen la opción de «Regalar Kinu», así que también puede ser una oportunidad perfecta para hacer un regalo diferente.