ROBATA: Fabiola Lairet y el sushi más cosmopolita

De Barcelona a Madrid, al corazón del barrio Salamanca, para traer sushi y muchas propuestas asiáticas. En el famoso «callejón de Jorge Juan» está Robata Madrid, una taberna japonesa en la que el nombre, haciendo honor a la parrilla japonesa de carbón te da una pista de por dónde va la apuesta del menú. Pero sin ir más lejos, el sushi es otro de los imprescindibles de esta taberna japonesa que se encuentra dirigda por Fabiola Lairet, una de las pocas «Sushi chefs» del mundo.  Su vida ha transcurrido por el mundo entero, desde su Caracas natal a Estados Unidos, España y, por supuesto, Japón.

El local es sencillo pero impregnado de la esencia japonesa. Además, como no puede ser de otra manera en este famoso callejón, tienen una estupenda terraza, perfecta para el verano (en cualquier época del año, porque está cubierta) y para disfrutar del extra de luz que nos da esta época del año. El interior te acoge una decoración más intima y sobria de la cultura nipona, donde su gran barra es perfecta para ver cómo preparan los cócteles de su carta.

La carta de ‘Robata Madrid’ es un gran ejemplo de la variedad que puedes encontrar si vas buscando comer bien, sobre todo, sushi. Rolls, makis, nigiris, sashimis… Pero hay  mucho más, tiraditos, ceviches, ensalada de wakame y, por supuesto, la parte de la Robata, haciendo honor a su nombre.

Nosotros empezamos con unas Gyozas de pollo y verduritas. Nos dijeron que son un must y que prácticamente en todas las mesas se pide. Perfectas para compartir, entre muchos o entre pocos. Lo cierto es que estaban riquísimas.

El segundo entrante que pedimos fue el Ceviche de lubina, marinada con lima, cebolla, cilantro y ají con boniato glaseado y choclos. Un homenaje a los orígenes de la chef. Echamos en falta que te pongan una cuchara (no la de servir) con este plato para no dejar ni una sola gota de la leche de tigre, que aunque tenía un toque más ácido de lo que nos suele gustar, estaba muy rica.

De Nigiris, primero pedimos el de Atún Aburi y el Ikura Gunkan. Los dos estaban riquísimos. Si lo que os gustan son los nigiris otras opciones son los clásicos de atún o de salmón, de toro o de lubina. También la combinación de atún 4 colores con 4 nigiris para disfrutar de diferentes partes del atún y diferentes preparaciones.

De Nigiris no pudimos resistirnos a pedir alguno de sus preparaciones más especiales que se encuentran en la parte de «Aburi». Vieira y toro, salmón aburi o los que pedimos: el de Wagyu con kizami y el de Toro y foie caramelizado. Espectaculares. Nos habríamos comido, infinitos más.

Para terminar con el festival de sushi decidimos pedir dos propuestas de sus «Top Rolls». Primero pedimos el Anticuchero con langostino en tempura, aguacate y queso crema, cubierto de pez mantequilla y una riquísima salsa anticuchera. Cuida que pica un poco. El otro fue el de Bad Boy con solomillo de bue salteado, setas shiitake, aguacate y cebollitas caramelizadas.

Tendríamos que decir que el arroz de los rolls nos gustó bastante menos que el de los nigiris, estaba demasiado apelmazado y dificultaba poder comerlo de un solo bocado para disfrutar de todos los sabores juntos.

Para terminar, quedaba sitio para un postre, así que, igual que nos dejamos aconsejar para los nigiris nos dejamos aconsejar para el postre. Nos dijeron que la Tarta de queso era otro de los imprescindibles y que era al estilo New York, con base de galleta de chocolate. Así que la pedimos. Eso sí, porque no tenían su tarta estrella, la Lemon Pie al estilo Key West.

Una propuesta de sushi con tintes del mundo, que hace también honor a su nombre. Perfecta para disfrutar con amigos o en pareja si te quieres dar un homenaje y viajar a Japón.