BODEGA ANYORA: Homenaje a las recetas de toda la vida

Hay veces que sales de un restaurante con una gran sonrisa en la boca, esperando poder recomendar tu experiencia al primero que te pregunte. Precisamente esto fue lo que nos pasó con Bodega Anyora. Una taberna de las de toda la vida, a la que acudir a diario o cuando te apetezca en la que lo fundamental es que se come muy, pero que muy bien.

Anyora es una antigua bodega de vinos y comidas de siempre, en los que la decoración es un homenaje a la tradición. Azulejo esmaltado típico de la zona, la barra o rebedor, la saleta con su mesa redonda llena de luz o sus mesas con mantel de ganchillo. Una vuelta a la tradición en pleno Cabanyal. Como ellos mismo dicen, es un homenaje al plato, al de toda la vida, al de tu abuela, a ese que te trae tantos recuerdos y que cuando piensas en él no puedes evitar sonreír.

Es imprescindible reservar porque tienen muy pocas mesas y se llena con bastante facilidad, así que si no queréis quedaros sin vuestra mesa, os lo recomendamos. Nosotros fuimos un día entre semana a comer y estaban todas las mesas ocupadas.

Para comer, os recomendamos que probéis su Menú del Día (de lunes a viernes, excepto festivos). Tienen dos opciones, el «Petit» de 18€ (este fue el que pedimos nosotros y no nos pudo encantar más) y el «Batiste» que son 28€, los dos muy completos y llenos de guiños a la cocina tradicional de la zona, pero varían los platos a elegir. Os contamos un poco más del menú que nosotros probamos.

Elegimos el MENÚ PETIT, en el que tienes que elegir «3 Entrantes» para compartir en la mesa entre los que seáis. Las raciones varían en función del número de personas, pero hay que elegir entre Ensaladilla, Bimi en tempura, Coca, las Bravas, Oreja plancha, Boquerones fritos, Escabeche de atún o un plato de Morro, Anguila ahumada y vinagreta.

Nosotros nos decantamos por pedir Las bravas ‘Anyora’, que ya las habíamos visto y tenían una pinta buenísima. No nos equivocábamos porque son patatas cortadas en triángulos, fritas y con una salsa picante adictiva. Seguimos con la Ensaladilla rusa con caballa picante y olivas verdes, riquísima.

Y, nuestro último entrante que fue la Coca d’oli con titaina y anguila ahumada con 5 pimientas. Espectacular. Nos encantó. Nunca la habíamos probado y nos pareció un plato perfecto para compartir como entrante, pero sobre todo para intentar replicarla en casa. La coca estaba muy rica, porque las que habíamos probado hasta ahora, era la típica coca mallorquina, y ésta, aunque era del estilo, era un poco más gordita y menos crujiente.

Aunque con los entrantes ya casi puedes comer, después vienen los «Platos Principales» a elegir. Pedimos los Canelones gratinados de garreta de ternera y foi. El problema fue que estaba tan quemando que casi nos abrasamos la lengua porque olía tan bien y estaba tan rico que no podíamos parar de comer. Dos canelones presentados en fuentes individuales, recién salidos del horno de gratinarse la bechamel y el queso. Riquísimos.

El otro principal que pedimos fue la Gabardina de bacalao con pisto valenciano y cacahuete de collaret. Pedimos este plato porque el que queríamos que eran las albóndigas guisadas con patatas y habitas no había, así que fue el sustituto elegido. Las albóndigas estarían espectaculares, seguro, pero el bacalao no se quedó nada lejos.

Para terminar, una copa de Copa de flande nueces de Viver con nata y miel. Riquísimo. También nos hubiéramos pedido la tarta de chocolate “Florentine” con leche merengada sin dudarlo, pero no les quedaba.

Su carta de tarde es perfecta para el aperitivo con el vermut o el agua de valencia a los que acompañar con alguna de su selección de latas, con su tabla de salazones, trio de quesos , embutidos La Herrerita o croquetas.

Un lugar perfecto para disfrutar de una comida tradicional de la gastronomía valenciana. Esta bodega nos encantó y estamos seguros que volveremos para probar todas las cosas que se nos han quedado pendientes.